¡Que Navidad tan blanca!
Agradezco, sólo agradezco
a la nieve que me envuelve…
al manto nevado que me cubre,
sobre el que ahora doy vueltas.
Fantasía… ¡Que Navidad tan blanca!
Magia congelada que resguarda
a una primavera que inverna,
mientras el oso sueña que despierta.
Agradezco a cada copo congelado
que juguetea ahora con mi piel
y que penetra entre mis labios.
¡Sabor tan especial y singular… !
Pureza que refresca
al calorcito de mi lengua.
Agradezco, sólo agradezco…
los sagrados parajes que Dios crea.
Mis pies se hunden, se sumergen aún más,
entre algo tan parecido a la espuma.
Sólo que esta vez, no tiene sal,
ni es del ancho mar…
La gratitud brota cuando del cielo caen,
cual si estrellas azuladas
los mandalas que nos mandan
las legiones de Ángeles.
Dios hace música tan blanca…
es una especie de mantra, que canta,
belleza plena que aletarga,
e invita a una introspección.
Creación sublime, todo lo que Él toca,
sinfonía musical que nos invita
a contemplar, que la Vida es bella
y que la hemos de saber valorar.
Elevadas montañas,
sobre las que la niña se desliza.
Enorme tobogán de la Vida,
donde las risas hacen poesía.
Gozo sublime que cae en picada,
júbilo que se impregna
donde las liebres juguetean.
Ardilla saltarina, nuez congelada.
¡Que maravilla es ésta!
Riachuelo cual si espejo,
la Vida que nos regala Dios
es una verdadera fiesta…