Que después de nacer aprendí a gatear, me tropecé, me caí, me levanté… Conocí un nuevo paso, lloré ríos y reí tanto que inundé de risas mi camino y entonces nacieron rosas maravillosas entre las cuales me espiné, pero cuando besé a la espina me fundí con el Todo y el Amor me envolvió.

Mi misión personal se relaciona con todo acto que honra a la Vida. Entonces vivo el palpitar de la niña, al río transparente y a la Gratitud, a la Consciencia Colectiva y al Amor. La espina y la rosa son esenciales. La sal y la miel. El colibrí y la llama que transmuta en una poesía a la vida, por supuesto que también.

Entonces ¿qué hay de mí? Pues lo mismo que de ti.

¡Gracias por estar aquí…!