Dulce esperanza…
Tierna tu mirada,
inconfundible sensación
que circula
en el espacio inmenso
de Tu Creación…
Hoy te vi,
sin tan siquiera verte.
Tus ojos estaban
en las flores celestes
que surgieron sobre el césped.
Serenidad total
es la vibración que emanas
en el arroyo que irrigas
con tu Amor…
Sublime el manantial
donde el ternero
mitiga a la sed de caminar…
Calma y quietud,
es la que siento en la pradera
donde nadie es dueño de nada.
El río es de todos,
allí se baña el peregrino,
como la aldeana, mientras
la serenata de las ranas
es el mantra que canta…
Prisma de colores,
de girasoles que se abren,
para seguir al sol…
Palpitar de la esmeralda
que se extiende en el más allá.
Roja la rosa, que entre el tulipán,
brota ahora…
Fresas y moras, que no se compran.
Mermelada que se comparte
entre los habitantes.
Consciencia clara,
¡Linda naturaleza que le guarda!
Paz, sublime Amor…
La Vida es poesía de besos
y caricias.
Miel que llora la colmena,
cuando la abeja se adentra
para depositar,
las gotas doradas cual si almibar
que sana las heridas…
Todo es calma y claridad.
El manantial no se compra
con papel…
No hay división ilusoria,
que fragmenta a esta fiesta.
Nardos, flores, esencias,
bálsamo que expele el bosque,
cuando me adentro
en una comunidad abierta
donde los niños juguetean…
Dios en acción es quien gobierna
a la parcela que florea
entre el manantial,
donde todo aquel que llega,
se entrega a una bella convivencia.
Serenidad… y esperanza.
Sonrisa abierta, alegría que despierta
de vivir sin excluir, ni codiciar.
Imperio de Amor que siembra la semilla
que vibra y que edifica.
Himno hermoso,
la canción de la alegría
Dios rige nuestra vida…
Y es la estrella que ilumina,
donde su Amor germina…