Dulce y sagaz…
Me adentro,
en la selva…
donde mis pensamientos
ceden,
ante tanta belleza…
La esmeralda
viva, aviva mis sentidos,
y entonces,
me empiezo a adentrar
para ser, la selva misma.
Mi palpitar
ahora cambia…
dejo de ser yo mismo.
Fascinante experiencia,
¡sublime esta vivencia!
Dejar de ser yo mismo,
para ser ella…
Sí, vibrante y escalofriante,
empiezo a palpitar
a otro ritmo.
Cautivante es mi viaje,
pido permiso,
a la naturaleza que se abre.
Así, salvaje…
o quizás de otro linaje
donde la esencia
aún conserva,
la pureza que me adentra.
La que conquista,
la que me invita
a penetrar
y a compenetrarme
con la sutileza misma.
Aquí, la vida vive
y vibra todavía…
Aquí, los ritmos
inimaginables,
hacen poesía.
De pronto, una dulce mirada,
tierna, clara…
me hipnotiza.
El jaguar es quien me mira,
nos miramos…
Capto su bella energía,
captura antes la mía.
Dulce y atento,
a cualquier movimiento.
Ambos…
él y yo nos reconocemos.
Respeto,
por su guarida.
Por su reino,
donde el emperador
es la supervivencia,
pero digna, sin mentiras…
llana,
como la sabana.
Clara, como la consciencia
que ha de despertar,
en ti, en mi, para que no se extinga…